martes, 1 de abril de 2014

Transporte público

Ella se arregla un montón para venir a vender mentitas al tren. Cuando anuncia sus caramelos pone una voz irritante, gutural; pero cuando te habla lo hace con una dulzura mayor que las golosinas que ofrece.
¿Será que algún día alguien la va a encontrar tan hermosa como yo lo hago? ¿Será que alguien ya lo hizo? ¿Estará haciendo algo para dejar de vender mentitas en el tren?

(...)

En vez de sentirme mal -como de costubre- por tener que tomar el tren todos los días para ir al colegio; me sentí afortunada de tener que tomar el tren todos los días para ir al colegio.

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