Cuando la vi allí tendida tan desprotegida, tan falta de vida, tan deprimida; no dudé en ir a socorrerla. Me acercó corriendo a gran velocidad. Descubrí que si rodaba sobre mi misma llegaría más rápido.
Sin decir palabra le encajé un beso en la boca que, supuse, le voló la cabeza.
Sus manos, antes indecisas, antes temblorosas, cayeron a sus costados cediendo ante mi ayuda.
Sin decir palabra le encajé un beso en la boca que, supuse, le voló la cabeza.
Sus manos, antes indecisas, antes temblorosas, cayeron a sus costados cediendo ante mi ayuda.