María cruzó la avenida sin abrir los ojos, nunca antes se había sentido tan sola ni tan puta. Se sentía estúpida en ese disfraz de mujer feliz, sólo quería llegar a su casa para terminar la farsa y sentirse aún más vacía, pero en el fondo fantaseaba con la posibilidad de morir en el camino y nunca llegar al estúpido destino al que en realidad nunca llegaba porque se pasaba al vida trabajando y estudiando y viéndose hermosa y vomitando las vísceras de su autodestrucción con tanta fuerza que nunca antes se había visto en el puto barrio de Balvanera una pueblerina que buscara con tanta vehemencia la felicidad.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario