Yo me hago cargo de mis tripas coloradas, de mis mambos internacionales, de mis planes interestelares. Yo me hago cargo de mis infancias criadas en cajitas de cartón, de mis juguetes de latón y de mis muñecas invertidas en paquetes de fideos, boletas de luz y esas cosas. Yo me hago cargo de mis gustos domingueros, de mi estilo improvisado (elegido por mis amigos, familiares y donaciones de la iglesia). También me hago cargo de mi falta de palabras, de que me digas hi o guten tag y quedarme callada. Me hago cargo de mis gustos simples, de las Trío, el pan blanco, el Mc todos los meses.
Sí, soy todo eso.
Soy todo lo que soy porque soy todo lo que sos que no soy que no sos.
Soy una bolsita de vanidad, de envidia de tu condición burguesa. Soy el mito por el que luchás en las redes sociales, la plaza de Mayo y los almuerzos familiares. Soy una ducha rápida porque no hay agua, porque no hay luz, porque no hay cuerpo que aguante el frío del invierno. Soy un asilo de piojos llorando en silencio. Soy un telo vacío. Soy la culpa con la que comés paisajes hermosos sin lavarte las manos.
Soy vos en mi lugar.
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