*Acá va un poema que desarrolla la idea del título pero si escribo se me congelan las manos así que quedará para otro momento. Pero básicamente quiere dar cuenta de los diferentes impactos que tienen las bajas temperaturas en los pobres y en los ricos (siendo casi nula en estos últimos). Por ejemplo que ahora siempre me tengo que bañar entre las 12 y las 15 porque si bien no puedo evitar el chiflete que se filtra por todos lados, tengo un par de rayos solares para no temblar tanto me acuerdo de que mi amiga la rica siempre espera ansiosa el invierno, no porque tiene esa tuerquita en la pared con la que juega a ser Dios y regula la temperatura de la casa, sino porque tiene una estufa en el baño donde pone las toallas y cuando termina de bañarse se envuelve en bienestar. Yo tengo una estufita eléctrica que de las tres velitas solo funciona una, pero si te acercás mucho podés sentir la diferencia. Mi juego favorito es apagar la estufa y salir corriendo para la cama y de un salto meterme entre las frazadas porque mamá dice que es peligroso que se quede toda la noche prendida, y que tampoco somos millonarios para andar gastando plata así. Y también quería decir que a la Clarita cuando se enojan le apagan la tele y la obligan a jugar con los juguetes, y a mí me obligan a lavar los platos con el agua que si salís sintiendo las manos tuviste suerte. Estoy segura de que si afuera hace frío adentro hay dos grados menos, y Clarita anda por la casa con camiseta y medias que si quisiera seguirla terminaría con pulmonía o una de esas enfermedades que nos agarran de ser pobres nomás.
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