En el lugar en el que estoy ahora acaban de apagar el aire, y estoy pensando seriamente en irme, además de que me estoy cagando y eso en los lugares públicos está prohibido.
Cuando llegás a tu casa y tu tía te dice de manera no verbal que te tenés que ir, solés recurrir a este tipo de cosas, a seguir malgastando tu primer sueldo. Es un pequeño lugar en una esquina de Pueyrredón con aire acondicionado y poca gente, que a casi una hora de llegar apagaron la refrigeración y se llenó de viejas residentes / aledañas muy arregladas con ropas que nacieron antes que yo. Pido un yogurt con cereales y desilusionada miro cómo me traen un yogurt con cereales. En el coso de plastico, como en el super. Lo abro y para mi sorpresa y alivio y asco tiene hongos adentro. Sí, sí, hongos: una aureola verde con bordes blancos y peludos. Cambio el menú por un té con con leche y 3 medialunas que son exactamente las medialunas más pequeñas que vi en mi vida. Me sirvo 3 tés con leche y eso es lo único bueno de todo esto.
No me gusta salir a cafés y sin embargo me fascina salir a merendar afuera. Una mezcla del esnobismo de estar escribiendo cosas románticamente y en solitario (ser visto escribiendo románticamente y en solitario) con el resabio de que te están cagando con los precios y la calidad de la comida.
Sigo teniendo ganas de cagar y no sé si todavía puedo volver a casa y creo que la mesera me acaba de mirar con cara de cuándo se va esta piba, pero media pila boluda me diste un yogurt podrido y unas medialunas aborto de canapés. Pienso tomar medidas drásticas y no dejar propina, pero eso me hace sentir mal y al mismo tiempo pienso en el yogur, las facturas y las ganas de cagar y ni perdón dijo te voy a dar un alfajorcito como disculpa y en que se sentaron unas viejas enfrente mío pero del lado de afuera que no me dejan ver a las personas que cruzan el semáforo.
Unos chicos apoyan la mano en la puerta de entrada pero ven el vejestorio y salen despavoridos.
Pago y dejo una propina de dos pesos, porque me parece más insultante que no dejar nada.
Cuando llegás a tu casa y tu tía te dice de manera no verbal que te tenés que ir, solés recurrir a este tipo de cosas, a seguir malgastando tu primer sueldo. Es un pequeño lugar en una esquina de Pueyrredón con aire acondicionado y poca gente, que a casi una hora de llegar apagaron la refrigeración y se llenó de viejas residentes / aledañas muy arregladas con ropas que nacieron antes que yo. Pido un yogurt con cereales y desilusionada miro cómo me traen un yogurt con cereales. En el coso de plastico, como en el super. Lo abro y para mi sorpresa y alivio y asco tiene hongos adentro. Sí, sí, hongos: una aureola verde con bordes blancos y peludos. Cambio el menú por un té con con leche y 3 medialunas que son exactamente las medialunas más pequeñas que vi en mi vida. Me sirvo 3 tés con leche y eso es lo único bueno de todo esto.
No me gusta salir a cafés y sin embargo me fascina salir a merendar afuera. Una mezcla del esnobismo de estar escribiendo cosas románticamente y en solitario (ser visto escribiendo románticamente y en solitario) con el resabio de que te están cagando con los precios y la calidad de la comida.
Sigo teniendo ganas de cagar y no sé si todavía puedo volver a casa y creo que la mesera me acaba de mirar con cara de cuándo se va esta piba, pero media pila boluda me diste un yogurt podrido y unas medialunas aborto de canapés. Pienso tomar medidas drásticas y no dejar propina, pero eso me hace sentir mal y al mismo tiempo pienso en el yogur, las facturas y las ganas de cagar y ni perdón dijo te voy a dar un alfajorcito como disculpa y en que se sentaron unas viejas enfrente mío pero del lado de afuera que no me dejan ver a las personas que cruzan el semáforo.
Unos chicos apoyan la mano en la puerta de entrada pero ven el vejestorio y salen despavoridos.
Pago y dejo una propina de dos pesos, porque me parece más insultante que no dejar nada.
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