miércoles, 27 de enero de 2016

La vida es hermosa. Se lo digo yo, que estoy joven y cansada de tanta incertidumbre e inseguridad. Se lo digo yo, que ayer habría dado todo por morir de amor por las cerealitas con miel.
La vida es hermosa si usted aprende a divertirse siendo una bolsa de boxeo donde pum pum pasan los días y pum pum duelen los días en el cuerpo y en la mente pero pum pum poco puede hacer (o pocas ganas hay de hacer lo poco que tendría que hacer).
La vida es hermosa -me dijo el mismo cerebro que ayer me hizo creer que el mundo no era más que Cerealitas con miel. La vida es hermosa -trata de convencerme, y yo me dejo. Y le aconsejo que haga usted lo mismo.
La vida es hermosa. Poéticamente hermosa. Dolorosamente hermosa. Nada más hermoso, poético, doloroso, que los años mozos que me envuelven y me besan la piel hasta que me canso de ronronear.
La vida es hermosa, señor. Sin tan solo mira el mundo y le da el gusto de acariciarlo con las manos que le estorban al final del cuerpo.

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