miércoles, 16 de octubre de 2019

yo quiero el fin del dolor pero no hay fin siempre hay más

martes, 1 de octubre de 2019

de regalo de cumpleaños quiero una hora del aburrimiento inmenso en las vacaciones infinitas de la era pre internet pre sistema laboral intracelular  fluctuaciones intestinales de dólar ansiedades a montones

lunes, 9 de septiembre de 2019

9/9/19

Estoy en la Casa de la Lectura estudiando para el seminario de brasileña. Mi mayor problema ahora es que tengo que terminar una monografía para poder tener tiempo para estudiar portugués, y que almorcé galletitas y ahora me duele la panza. Classic Gaia.
Tengo una agenda anual, una programación semanal, el Google Calendar, la lista de comidas de la semana, la libreta donde anoto todo lo que gasto. Tengo que encerrar mi mente en estructuras de organización porque si no desborda y se me derrama por las orejas.
Tengo cien dólares en el banco y en mi billetera hay más tarjetas con mi nombre que billetes. No sé qué hacer con este nivel de institucionalización.
Me duelen las piernas de haber salido a correr ayer y tengo una ojeras que delatan mis ganas de tomar todas mis responsabilidades, hacerlas un bollito y ponerlas en el tacho de reciclables.


viernes, 21 de junio de 2019

21:51

Es domingo y mi mente va a mil.
Mentí: es viernes.
Abrazo el instante que tengo, que me rodea.
(porque hacer otra cosa sería elegir morir)
Quiero:
-Estudiar más cómo estar cómoda en el presente.
-Aprender a ser más sociable.
-Terminar la monografía.
Esto no es un poema: es una lista de supermercado.

lunes, 4 de febrero de 2019

¿Cuánto de este horrible mundo puede entrar en mi pobre corazón?


Esta ciudad es grande muy grande para mi pobre corazón.
Ni tanto, ya sé. Llego en bici a todos lados, ya sé. Vivo en Palermo y trabajo en el Centro, ya sé. Nunca voy más allá de Rivadavia, lo remilsé.
Pero.
Sos una opresora de mierda Buenos Aires del orto.

Yo solo necesito abracitos y el sol en la cara y candados en mis bolsillos.
Y mi novio me da abracitos y me ilumina la cara y me regala dulces y chocolates para después de la comida.

Tengo 21 años pero qué ganas de que no. Ganas de otra cosa que lo que pasa, cualquier cosa.
La ciudad me pone triste porque no me gusta la gente y debe ser porque todos los días me meto en una caja de metal llena de seres humanos con olor a perfume o mal aliento y yo quiero que no estén: que no existan o que no exista. Y cuando no tengo algo para leer me imagino que estamos yendo por el medio de la nieve y en cualquier momento nos bajan y nos ponen a trabajar.

Y después de eso salgo al Microcentro y el viento me recuerda que estoy viva. Pero pienso qué ganas de partir de acá, de este presente que me resfría y me entristece, que me aleja de mi novio que ahora está en otro subte con otras personas con sus olores a perfume o mal aliento.

A veces miro al cielo y se me calma un poco el alma pero casi nunca.

Y así toda triste lo encuentro después del trabajo y todavía me ama y cómo no pensar que es lindo quien te quiere cuando a vos te cuesta tanto.



solo queda el resabio eco de lo que una vez pude haber sido

algo mas grande queda por sobre todos nosotros, y no es el señor jesucristo

mi reino por un soplo de vida de la gaia de 14 años, la que existia con tantos problemas sin tantos problemas