viernes, 10 de junio de 2011

Qué más me da romper este silencio, sé que todos me odiáis

     Caminó hasta la punta de la estación y se sentó en el piso, sabiendo que tendría que aguantarse la irregularidad de los subtes del sábado. Mientras escuchaba música analizaba la propaganda de una mina que sonreía mientras hablaba por teléfono. ¿Quién se pone feliz por hablar por teléfono? Qué idiotez.
     Las estaciones pasaban rápidamente, el vagón se vaciaba y llenaba de pasajeros. Se alegró de la distención que se sentía en el ambiente, lejos del estrés de la semana. Salió a la superficie y una ráfaga de viento lo obligó a cerrarse la campera. Caminó hasta la esquina acordada y se sentó en un escalón de un edificio, dispuesto a esperar a sus nuevos amigos. Recordó quienes iban a venir: Almendra, Lara, Andrés y Nicolas. No los conocía mucho, pero más o menos ya les había sacado la ficha.
     Sacó el celular para cambiar de canción y se dio cuenta de que había llegado 10 minutos temprano. Después de un tiempo vio que se acercaba Andrés. Andrés era un chico al que quería pero al que no trataba mucho, le caía bien, pero no habían podido conocerse mucho. Se saludaron y hablaron un rato de banalidades como las notas del colegio, o críticas en contra de algunos profesores. Pasado ese tiempo llegó Lara. Lara le caía bien, demasiado, era la chica con la que más reía, cualquier boludez era motivo de burla. Ríeron un rato, cayeron un par de lágrimas y llegó Almendra. Almendra era una chica muy rara: era linda, pero sobre todo carismática. Era la que más le había hablado desde que llegó al nuevo colegio. Aunque había cosas que no le cerraban, no podía dejar de hablarle, tenía algo que la hacía muy atrayente.
     Y, con 1 hora de retraso, llegó Nicolas, un chabón que al principio le cayó bien pero después se dio cuenta que era un pendejo. Era el más chico de todos, y por lo tanto el más infantil. Ya lo tenían cansado sus chistes de doble sentido y sus incoherentes ocurrencias.
     Ya en la plaza, se dieron cuenta que el frío era mayor que el que pensaban. y decidieron entrar a un café. La pasaron bastante bien, pero no pudo abrirse y mostrarse como quería, porque la odiosa personalidad de Nicolas lo hizo ponerse de malhumor. Tuvo picos de alegría y depresión. Puteó por dentro (y por fuera) a Nicolás por haberle cagado la salida, pero se contuvo ya que sus quejas no cambiarían en nada su cuadrada cabeza.


No es más que un hasta luego, no es más que un breve adiós.
Muy pronto junto al fuego nos reuniremos.


Sustantivo: pote
Verbo: masticar
Frase: "estamos en la misma doña, todos queremos ir a casa. Si quería viajar más cómoda hubiese tomado un taxi"

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